domingo, 13 de agosto de 2017

Conocimiento y dignidad de la persona

Conocimiento y dignidad de la persona

El saber y el conocer permite que los seres humanos mantengan su dignidad, independiente de su forma de pensar y de la manera como conciben la realidad que viven, solamente se requiere de una coherencia, la que quiera, pero coherencia con sus sabidas dimensiones.

El asunto es conocer, Hessen plantea que existen varias posibilidades de conocimiento, el dogmatismo que lo da como un hecho. el escepticismo que cree que no se puede alcanzar, entre esos dos extremos existen intermedios como el realismo y el pragmatismo. Cada persona es como quiere ser.

Ese conocimiento según Hessen, se origina en la razón y lo denomina racionalismo, pero también puede surgir de la experiencia y lo llama emprimo, igualmente entre esos dos extremos surge el intelectualismo donde prima la experiencia sobre la razón y el apriorismo donde prevalece la razón sobre la experiencia. 

Hoy en día  el conocimiento se encuentra clasificado en dos escuelas, según José Mardones, en el pensamiento Aristotélico de la razón, la esencia de las cosas, y el empirsimo de Galileo, es decir la experiencia.

Gray considera que  esos conocimiento han construido unas formas de pensar y las clasifica en objetivismo, una realidad observada desde afuera; subjetivismo, una percepción personal individual; constructivismo, una realidad confeccionada por los actores de un hecho.

Hernandez-Sampieri, a partir de las premisas del conocimiento ha identificado cuatro paradigmas en el proceso de investigación en aras de correr sus fronteras. El neopositivismo, que considera una realidad única; el constructivismo con varias realidades; el interpretarismo,  realidades variadas; pragmatismo con realidades diversas.

Múltiples actores consideran que esos paradigmas han generado diversas metodologías para acercar a los seres a la realidad que conciben, ellas son: el nepositivismo, la fenomenología, la etnografía, la teoría fundamentada, el estudio de caso, y para lograr lo se emplean diversas técnicas como el muestreo, la estadística, las entrevistas, los grupos focales, el análisis del discurso, el estudio documental.


En la ciencia y el conocimiento hay muchos caminos por recorrer como en los restaurantes existen variados platillos por saborear, depende de los gustos, lo importante no es solo saber lo que se come, sino como se digiere y cual es su beneficio.

jueves, 17 de marzo de 2016

NI ÚNICA VERDAD, PERO TAMPOCO QUE TODO ES VERDAD

NI ÚNICA VERDAD, PERO TAMPOCO QUE TODO ES VERDAD

Los extremos opuestos son viciosos dice la sabiduría popular. Los posmodernos por pretender relativizar absolutamente todo y validar como ciencia las percepciones humanas que muchas veces llegan a ser posturas ideológicas sin sentido, empujaron a los “científicos” que están en pedestales inalcanzables para la inmensa mayoría de personas, y que se caracterizan por ser excluyentes y poseedores de la verdad absoluta, a que descalificarán los trabajos que los académicos sociales vienen realizando en la búsqueda de la única razón de existencia de los seres humanos: La felicidad de hombre y mujeres. Ni lo uno, ni lo otro, ni única verdad, pero tampoco que todo es verdad.

La felicidad de los seres humanos a merita que se siga investigando en múltiples saberes. Las ciencias sociales son un conjunto de disciplinas académicas que estudian el origen y el desarrollo de la sociedad, de las instituciones y de las relaciones que construyen sistémicamente. Son representaciones abstractas del comportamiento individual y/o colectivo de las personas. En últimas estas ciencias estudian aquello que no trata las ciencias naturales.

        A)  Las ciencias sociales se podrían clasificar en:

  1) Ciencias relacionadas con la interacción social, como la Antropología, el Derecho, la    Economía, Etnografía, Etnología, Historia y Sociología.

   2) Ciencias relacionadas con lo cognitivo, como la Lingüística y la Psicología.

  3) Ciencias relacionas con la evolución de las sociedades, como la Arqueología, la         Demografía y la Ecología humana.

 4) Ciencias sociales aplicadas, como la Administración, Bibliotecología, Contabilidad, Pedagogía, Urbanismo, y las Relaciones Internacionales.


      B)  Las ciencias humanas o humanidades como se conocen, son el conjunto de disciplinas que contribuyen a la formación humana de las personas, abordan el ser y el saber sobre sí mismo. Aquí se encuentran las Ciencias de la Comunicación, la Ciencia Política, la Didáctica, la Filosofía, Teología, Semiología y el Trabajo Social.



El abordar estos temas con rigurosidad siempre será gratificante, y traerán esplendidos beneficios para la humanidad.

lunes, 30 de marzo de 2015

EL VALOR PÚBLICO Y LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

EL VALOR PÚBLICO Y LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

Las diferentes Facultades y Escuelas de Economía vivencian baja población estudiantil, situación que fue reseñada hace dos años,  5 de mayo 2013, por el periódico portafolio. Ese panorama se ha agravado, por cuanto el valor público que genera  el cursar el programa de Economía es nulo, ya que la academia se dedicó a promocionar la economía neoclásica, a circular unas teorías que se alejan de la realidad que se vive, bajo unos supuestos irreales y trazar unas políticas que no solucionan la problemática, que vivencia la humanidad. Desarrollan unos modelos que resisten todas las pruebas de lógica y se caracterizan por un rigor propio de una racionalidad impecable, pero carentes de veracidad. La economía neoclásica es un cuento de hadas con final feliz, pero no más.

En palabras de Samuelson (1965) los economistas se la pasan boxeando con sombras, 50 años después lo siguen haciendo, aterra que sigan hablando del equilibrio general y se entreguen premios entre ellos mismos por hablar de ese sofisma, pues no existe. Escriben sobre las bondades del mercado, olvidando las asimetrías tan odiosas de la información,  la cual altera cualquier transparencia entre oferentes y demandantes. Todavía creen en  la “mano invisible” desconociendo que la ética, está más que refundida en lo profundo de los océanos del utilitarismo.

La Economía como ciencia, perdió su naturaleza, incluso el profesor Mario Bunge PhD en física y matemáticas reconocido en la academia por sus estudios en el método científico, ha puesto en duda que la Economía sea una ciencia, en su libro  Filosofía y Economía (1990) afirma que si bien cumple con algunos requisitos de ciencia, sus principios o elementos subyacentes a las teorías neoclásicas que presenta no han sido comprobados. Por el contrario, la Economía de Smith, Ricardo, Marx establecieron unas premisas al estudiar las condiciones que desarrollan la esencia de la vida del hombre y de la sociedad, las cuales no han sido validadas ni controvertidas por los monetaristas ni los marginalistas del siglo XXI, se han olvidado de ellas o las han tergiversado, obstaculizando que la población se vea beneficiada de los avances científicos y tecnológicos en mejorar esas condiciones en procura de alcanzar la auténtica esencia del ser humano.


Mientras las escuelas de Economía sigan promocionando teorías y modelos distantes de la realidad, esos programas académicos no generaran valor público para la sociedad, y  los jóvenes de hoy seguirán corriendo despavoridos de las aulas frente a los cadáveres que llevan doscientos años embalsamados en filosofías no probadas, por un lado; y evitando caer en modelos lógicos y rigurosos que no solucionan los problemas que viven.

martes, 8 de julio de 2014

LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DEBEN SER COHERENTES CON LA CULTURA DE LA POBLACIÓN DONDE SE APLICAN.

LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DEBEN SER COHERENTES CON LA CULTURA DE LA POBLACIÓN DONDE SE APLICAN.


El diseño y desarrollo de políticas públicas se encuentra en una disyuntiva histórica trascendental, con el asomo de una tercera generación de reformas al Estado, lo cual ha generado una interesante polémica, por cuanto se ha agotado la defensa a ultranza de las bondades del mercado, como también la sobreestimación de los beneficios del Estado. Ahora, se está requiriendo una nueva reforma con base en políticas que generen valor público, que valore a las personas y a su esencia cultural, al medio ambiente y a lo cualitativo.

Esta nueva reforma, le lanza un reto a Colombia y Latinoamérica, para que diseñe políticas públicas bajo premisas que considere su cultura, actitudes y visiones que la hace diferente a otras regiones, de tal manera que sus habitantes se vean interpretados en ellas y viabilicen comportamientos que conlleven al desarrollo, elevando la autoestima de la población. Es importante que la región consolide su identidad y sea escuchada en los diferentes escenarios donde se dialogue sobre modernización de Estado.

El camino que la Región ha recorrido con sus dos reformas de Estado,  le ha permitido identificar sus necesidades, sería necio seguir insistiendo en adoptar las reformas que se hacen en regiones con otras culturas, el desconocer la forma de pensar y actuar de los latinoamericanos, ahonda los abismos entre los tecnócratas y la familia humana.

En la Región existen unas necesidades que son desconocidas por los diseñadores de políticas públicas de los países desarrollados, que dentro de un modelo de gestión o una teoría administrativa son incomprensibles, esas necesidades tienen unos elementos subyacentes que conllevan comportamientos signados por una cultura de la dependencia, de la sumisión, de la exclusión. Los modelos de modernización de Estado pueden ser diseñados de una manera lógica y coherente, pero fallan, porque parten de una base poco sólida, de ahí la importancia de diseñar políticas públicas considerando la cultura latinoamericana.

A pesar de la existencia de múltiples estudios sobre políticas públicas, muchos de ellos  escritos por autores de otras latitudes, es decir con otras visiones de mundo, de sociedad y ser humano, que desde el punto de vista de una teoría de  gestión contradicen los fundamentos mismos de la administración y el desarrollo; indudablemente esos estudios son valiosos, y  sus aportes tienen importancia, pero son inaplicables en el contexto latinoamericano, porque desconocen la cultura de la región.

Entonces las políticas que se diseñen deben buscar generar  valor público, y estas   se deben fundamentar en los sentires e interpretaciones de la población latinoamericana, que reflejen una concepción de mundo, una cosmovisión que se soporta en una historia y una cultura.

En fin, en varias disciplinas se han generado nuevas miradas desde la complejidad, basados en los planteamientos de Morín que permite ver los hechos reales dentro un contexto, por lo que deben ser analizados tomando en cuenta los referentes culturales, los entornos socio-políticos, los históricos. Surge el interrogante ¿será que en la gestión pública se desconocen los referentes culturales?

lunes, 2 de junio de 2014

CADA CULTURA GENERA, INTERPRETA Y APLICA SU PROPIO VALOR PÚBLICO


La globalización económica ha traído prosperidad para sectores de la humanidad que han aprovechado sus ventajas competitivas, esa misma situación  no se puede afirmar  frente a los efectos de los tratados de libre comercio que se han suscrito en diferentes partes del orbe, especialmente entre países con relaciones asimétricas, donde los elementos subyacentes de la ética andan bien refundidos, tanto de los unos como de los otros, dejando sin sabores entre amplios sectores poblacionales, los cuales son confundidos de una manera perversa, haciéndoles creer que el valor público está en el intercambio comercial y no en el bienestar de hombres y mujeres que desean los medios para ser felices. Lo que llama la atención  es que la cultura de esquiva inclusión y baja autoestima, enraizada en lo más profundo de los seres latinoamericanos, ha confundido a muchos coterráneos para identificar el valor público que podría generar las decisiones gubernamentales.
 
Si bien, la universalización en áreas como los Derechos Humanos y la misma economía, han traído mayores niveles de vida, no se puede decir lo mismo de la pretendida homogenización global de la cultura, la cual ha generado perdida de identidad y un hedonismo salvaje, no sólo en el común de la gente, sino también a “académicos” y gobernantes que “piensan” que las soluciones a los diversos problemas que aquejan a la humanidad se resuelven con medidas idénticas sin considerar su historia, sus principios , sus vivencias. Con el fin de que las reformas contribuyan a generar ambientes de valor público, éstas deben considerar la historia, la cultura de la nación donde se implementen.

Las reformas que desconocen las culturas de las naciones, adolecen de una cimentación que garantice su viabilidad y sostenibilidad, incluso esas mutaciones en el caso regional, debe primero analizar el recorrido histórico cultural de los países latinoamericanos, especialmente el abismo que saltamos entre la etapa medieval y la posmodernidad, verbo y gracia, por un lado el rezago del modelo de producción agrícola, y la debilidad de la infraestructura vial y portuaria, y por el otro la modernización de las telecomunicaciones, temas que deben ser analizados desde una arista cultural, y no solamente desde las teorías económicas y/o políticas.

Resultaría valioso revisar si la cultura de los pueblos latinoamericanos, contienen los elementos que caracterizan  la modernidad que han vivido la sociedad europea y norteamericana: el individualismo, la crítica, la autonomía y el idealismo. Para determinar, si las reformas tiene el mismo asidero en los países del norte que en las naciones del sur. Probablemente se observarán grandes vacíos en los comportamientos de los latinoamericanos. Seguramente un grupo no significativo si  han adoptado o interiorizado en su comportamiento las premisas anotadas, pero la gran mayoría de la población se caracteriza por una autoestima que les obstaculiza percibir las ventajas de apropiarse de ellos; así las cosas, una reforma del Estado, incluida la puesta en marcha de un Modelo de Gestión, necesariamente debe armonizar los asuntos públicos con la cultura de los  colombianos.

Las reformas que tanto necesita nuestro país debe tener presente, si el sentido de la responsabilidad individual,  y la asunción del trabajo como medio para realizar un proyecto de vida, premisas de la Modernidad a la configuración de la personalidad del hombre contemporáneo, conjugan con los modelos de gestión pública que adaptan los gobernantes; de tal manera que no se presente un rompimiento entre la cultura y las políticas públicas que se implementan. Es necesario evaluar que por un lado, tenemos un complejo marco de referencia sobre cambios en los asuntos públicos y de sociedad global, que en lo formal le imprimen a la dinámica social  el ritmo de unos hombres y mujeres que actúan en concordancia con los valores instrumentales de las más avanzadas sociedades contemporáneas, pero, por el otro, un comportamiento real y cierto de los colombianos, caracterizado por la dependencia y el culto al poder. Por ello es necesario que con el propósito de alcanzar niveles de competitividad que respondan a las demandas globales, las reformas en la región deben considerar  que  cada cultura genera, interpreta y aplica su propio valor público.





miércoles, 23 de abril de 2014

LAS POLÍTICAS PÚBLICAS COMO FARO DEL MODELO DE GESTIÓN QUE GENERA VALOR PÚBLICO

LAS POLÍTICAS PÚBLICAS COMO FARO DEL MODELO DE GESTIÓN QUE GENERA VALOR PÚBLICO

Si bien es cierto que no se ha construido una teoría general sobre  gestión pública, hoy en día existe un consenso entre los expertos y epistemólogos de la gestión pública, acerca de la importancia académica, institucional y practica de que las políticas públicas se han convertido en un hecho concreto de teorías y modelos que exploran, describen y proyectan la literatura de la gestión pública. Por ello un modelo de gestión que genere valor público debe ser orientado por unas políticas incluyentes que tengan al ser humano como actor principal y como objetivo final.

Esos seres humanos, son hombres y mujeres que demandan un nuevo tipo de reformas en los asuntos públicos, si bien desde la década del noventa del siglo pasado en Colombia y en el resto del orbe, se han realizado dos generaciones de mutaciones de Estado y su organización, lo cierto es que han sido para atender asuntos de orden fiscal, y en el mejor de los casos para resolver temas de crecimiento económico, ambas reformas las hicieron desde una perspectiva fragmentada, focalista y bajo el principio de la racionalidad, teniendo como premisa que las personas son racionales, “axioma” de los economistas clásicos y neoclásicos, principio que ha quedado muy mal parado con las proposiciones expuestas por varios nobel de las ciencias económicas, como  Herbert Simón y principalmente por Daniel Kahneman (premio nobel 2002) quien ha demostrado la falsedad de tal racionalidad en la toma de decisiones. Por eso la nueva reforma se debe hacer desde una mirada holística integradora y fundamentalmente teniendo como núcleo al ser humano.

Como se ha manifestado en varias oportunidades, el modelo de gestión debe considerar la cultura de nuestra sociedad colombiana y latinoamericana, lo mismo que la democracia social en el diseño y ejecución de las políticas, los programas y  los proyectos que se implementen en procura de una mejor calidad de vida de los ciudadanos. Ambos temas tienen como elemento subyacente al ser humano, la cultura está determinada por unas actitudes históricas de las personas que integran nuestra sociedad, y la democracia social esta signada por la participación de hombres y mujeres en la toma de decisiones sobre los temas que generan valor público, como la salud, la educación, la justicia y el bienestar.

Entonces, la nuevas reformas deben ser incluyentes, participativas,  soportadas en una comunicación transparente, el problema no es que se expidan leyes o se dicten decretos sobre el tema, el asunto es que se actué dentro de unos principios de respeto por la diversidad y sin imposiciones, se proceda de una forma ética, desde el diseño e implementación de unas políticas públicas, producto de una concertación entre la administración y la ciudadanía,  empleando como cemento articulador la moral pública, produciendo una génesis cultural de rechazo a la corrupción, tanto en los servidores públicos como en la ciudadanía, de tal manera que la gestión pública en Colombia genere beneficio para sus habitantes.

Con unas políticas públicas consensuadas, se iluminara el camino a seguir en el diseño de  un modelo de gestión pública, que cualifique el servicio gubernamental, implementado mediante la construcción colectiva, con el concurso de los ciudadanos, los servidores públicos y las instituciones, de tal manera que la gestión arroje valor público, es decir, que los resultados de la inversión de los recursos públicos, sean de valor para la sociedad en general. El modelo es un referente para el funcionamiento de las diferentes dependencias en los diferentes niveles, de ninguna manera se puede considerar como una imposición.

Si bien dentro de la segunda generación de reformas en la gestión pública en Colombia y en el resto de Latinoamérica, se adoptaron modelos de gestión para optimizar el uso de los recursos públicos, como el Modelo Estándar de Control Interno MECI y la Norma Técnica de Calidad en la Gestión Pública NTCGP 1000: 2009, ambos modelos tienen como premisa la eficiencia económica y la racionalidad, principios signados por la fragmentación,  la focalización y postulados empresariales, postulados que no debe desconocer la gestión pública pero que no solos únicos que determinan su modelo de gestión, el nuevo modelo debe ser holístico, integrador, incluyente, que considere las actitudes derivadas de  la cultura latinoamericana y que tenga como objeto al ser humano y sus necesidades.

El Modelo de  gestión pública incluirá tanto las estrategias, como las líneas de acción, y los instrumentos que permitan evidenciar que su implementación se correlaciona con las políticas públicas adoptadas, y hacen posible el monitoreo al logro de los objetivos y  las metas propuestas en los planes, programas y proyectos.  Las estrategias del modelo conllevan a identificar los hechos de valor para los ciudadanos como son mejorar su calidad de vida y la transparencia cierta en el manejo de los recursos públicos, mediante indicadores cualitativos superando la tradicional medida cuantitativa de las acciones gubernamentales.

Es importante incursionar en el siglo XXI, sin perder de vista que de la transparencia con que se manejen los programas y proyectos en Colombia, dependerá en gran medida que dentro del nuevo concepto de globalización, se alcance un margen de competitividad y confianza, que promueva la inversión de la empresa privada tanto nacional como extranjera.

Por ello se requiere que los entes públicos, acordes con esas nuevas circunstancias, tracen unas líneas de acción que conlleven a que los proyectos estén al servicio de los ciudadanos, donde el uso del suelo, y fundamentalmente, los servicios de educación, salud  y seguridad social sean factores del desarrollo nacional. Las estrategias y las líneas de acción deben resolver los aspectos culturales que obstaculizan la modernización en Colombia, complementadas con unas acciones a  recuperar la planificación como un proceso ciudadano, desvirtuando su concepción como un acto de gobierno plasmado en un plan.

Esta reforma de tercera generación tendrá como objeto que la gestión pública rescate al ser humano de la racionalidad instrumental y que de acuerdo a su naturaleza y a sus capacidades implemente un modelo de gestión, producto de un factor cultural en los consensos y la democracia social, donde nuestra historia latinoamericana sea el soporte de las lógicas que se implementen y las acciones que se desarrollen. Es decir, los seres humanos (la población) deciden que es lo que quieren, y como pueden hacerlo. De ninguna manera se podrá fragmentar las políticas públicas y el modelo de gestión por cuanto se perdería las interconexiones existententes  entre las sociedades y entre las organizaciones, el modelo no será la instrumentalización de las políticas, ambos tienen un sentido humano y ese es su objeto.     



martes, 15 de abril de 2014

LA MODERNIZACIÓN, MEDIANTE UN MODELO DE GESTIÓN PÚBLICA.

LA MODERNIZACIÓN, MEDIANTE UN MODELO DE GESTIÓN PÚBLICA.

La universalización del Derecho y la Justicia, la globalización de la economía y la revolución informática mundial, inserta la diversidad del mundo en lo nacional y local. Para aprovechar las bondades que trae esa situación, ha sido necesario reformar el Estado, mediante una nueva lectura sobre la modernización, pero no se ha valorado suficientemente las particularidades culturales e históricas colombianas, lo cual ha dejado muchos sinsabores los cambios suscitados. Ya se ha recorrido por más de veinte años el camino de reformas. Si bien el Estado ha enviado unas señales de que se ha modernizado en concordancia con las demandas contemporáneas, también es cierto que no han sido suficientes las medidas adoptadas y que sigue vigente la necesidad de construir modelos de gestión pública que satisfagan las necesidades vitales de la población.

La expedición de leyes y demás normas no es la única solución para atender las demandas ciudadanas, tampoco lo es el asignar nombres modernos a las viejas prácticas administrativas del sector público, por cuanto sigue vigente el estudio de  “La Administración al servicio del Público”, realizado por la OCDE (1998), donde se habla de la necesidad de desarrollar un nuevo Valor de Gestión, ya que “las criticas indican que el servicio publico esta sobre todo al servicio de los funcionarios....Incluso en los países donde la Administración tiene una sólida imagen de servicio publico, un funcionario piensa en primer lugar en la jerarquía y la autoridad competente, el cliente que se dirige a él ocupa un segundo lugar” (OCDE: 1998: 17).

Los investigadores sobre estos asuntos públicos vienen avanzando en la construcción de una teoría sobre la gestión pública y diversas escuelas y centros de estudios en todo el orbe han profundizado sobre el tema, pero en esos trabajos se han omitido variables culturales que influyen significativamente en los asuntos públicos. El CLAD ha venido abordando el caso latinoamericano, y ha centrado su labor en la relevancia de lo público no estatal, y menciona dos restricciones para la reforma del Estado en la región, una económica y otra democrática, las cuales son bien analizadas y sustentadas en varios escritos. Sería muy importante que se considerará en estos trabajos: la restricción cultural para realizar la gestión pública como valor público, entendido éste como lo apreciado por la sociedad, lo útil para los ciudadanos y el beneficio colectivo.
  
Bajo esta premisa las nuevas reformas en Colombia, debe incluir el diseño de un Modelo Gerencial de Gestión Pública con un tratamiento diferente al desarrollado en países desarrollados. Varios analistas consideran   que es necesaria una reforma mucho más profunda, una reforma cultural e institucional que pase por la transformación de la cultura y las prácticas políticas, hacia un contexto caracterizado por la dinamización de las estructuras políticas en su relación con la ciudadanía. Las concepciones de poder y las características del interactuar entre los ciudadanos, son muy diferentes en una sociedad desarrollada a la que se vivencia en Colombia.

Podría pensarse, que esas diferencias surgen sólo del grado de maduración del sistema económico, la democracia y las capacidades técnicas. Sin embargo, las diferencias no sólo radican en el nivel de desarrollo de ambos contextos; son más profundas; son también, y sobre todo, de orden cultural e histórico, La idiosincrasia colombiana está en la raíz de los principales obstáculos para modernizar el Estado. Por ello es la primera de una serie de incógnitas que es importante despejar para identificar una vía que conlleve a una modernización del Estado,  implementando un Modelo de gestión pública que genere valor público, entendiéndose la gestión como un factor dinamizador y no como un obstáculo a la ejecución de las políticas públicas.                     

El abordar la modernización, bajo los supuestos actuales de los comportamientos sociales no es productivo, sería como “remendar un vestido acabado”. La competitividad de hoy  requiere construir un modelo de gestión pública considerando las particularidades nacionales. Por ello es necesario hacer un análisis de la modernización en Colombia, abordando su cultura caracterizada por las secuelas de una combinación de rituales y mecanismos de exclusión propios de siglos pasados, el modelo de gestión requiere considerar la idiosincrasia de la sociedad colombiana en general y la del servidor público en particular.

El ambiente para hacer una realidad la modernización del Estado, debe estar precedido de la remoción de algunas creencias arraigadas en la población colombiana, aspectos estos que han dificultado los cambios requeridos para incursionar realmente en  la modernidad que demanda la región, se debe consolidar una institucionalidad enraizada en profundos principios democráticos y de respeto por la dignidad humana sin exclusión alguna.

Ahora bien, en la región, desde la época de las batallas que nos dieron la independencia, se viene hablando  de la democracia política, y en los últimos  treinta años, ha habido avances en ese campo: se han aprobado reformas constitucionales y algunas normas participativas. A partir de estos actos jurídicos, que tanto  fascinan y embelesan a los pobladores colombianos, el pronunciamiento de los ciudadanos comunes y corrientes, sobre  los asuntos públicos  es un derecho. Participar es un derecho.

Pero esta nueva situación de fortalecer la democracia,  no se logra con la simple expedición de normas, se necesita mucho más que eso. Ante  todo se requiere  fomentar un nuevo modelo de gestión publica, donde se deje de privilegiar a algunos sectores, la comunicación sea transparente, y se respete el derecho a ser, pensar y actuar diferente, se reconozca a los ciudadanos y a los servidores públicos como  personas pensantes y con grandes posibilidades creativas. Se necesita un verdadero cambio, no un cambio de nombre a los tradicionales esquemas, se requiere un cambio de actitud, un cambio de paradigmas.

Solamente a partir del sentir y de los requerimientos de los ciudadanos debe construirse una modernización, que incluya las formas de gerenciar lo público, que supere lo formal y atienda lo fundamental. La administración pública ha sido renuente al cambio, sigue atada a lo procedimental, desconociendo las demandas de los ciudadanos en lo concerniente a que la gestión produzca resultados que satisfagan sus necesidades.

A partir de la armonización entre la cultura y el mundo contemporáneo, se puede generar una nueva mirada, materializando la modernización en políticas públicas viables e incluyentes y un modelo de gestión que considere las aspiraciones de los ciudadanos, y que, como fruto de esa nueva mirada, se pudiera afirmar que con ella empieza la gestión que le cierra las puertas a la corrupción, erigiendo a la sociedad como reina y  donde se extinguen los reinos de los violentos y los inmorales.

Lo anterior se logra mediante el diseño e implementación de políticas públicas, como medio esencial para concertar entre la administración y la ciudadanía las estrategias que conduzcan a  construir redes entre los diferentes actores,  empleando como cemento articulador la moral pública, produciendo una génesis cultural de rechazo a la corrupción, tanto en los servidores públicos como en la ciudadanía, de tal manera que la gestión pública en Colombia genere beneficio para sus habitantes.