LA MODERNIZACIÓN, MEDIANTE
UN MODELO DE GESTIÓN PÚBLICA.
La universalización del Derecho y la Justicia, la globalización de la
economía y la revolución informática mundial, inserta la diversidad del mundo
en lo nacional y local. Para aprovechar las bondades que trae esa situación, ha
sido necesario reformar el Estado, mediante una nueva lectura sobre la
modernización, pero no se ha valorado suficientemente las particularidades
culturales e históricas colombianas, lo cual ha dejado muchos sinsabores los
cambios suscitados. Ya se ha recorrido por más de veinte años el camino de
reformas. Si bien el Estado ha enviado unas señales de que se ha modernizado en
concordancia con las demandas contemporáneas, también es cierto que no han sido
suficientes las medidas adoptadas y que sigue vigente la necesidad de construir
modelos de gestión pública que satisfagan las necesidades vitales de la
población.
La expedición de leyes y demás normas no es la
única solución para atender las demandas ciudadanas, tampoco lo es el asignar
nombres modernos a las viejas prácticas administrativas del sector público, por
cuanto sigue vigente el estudio de “La
Administración al servicio del Público”, realizado por la OCDE (1998), donde se
habla de la necesidad de desarrollar un nuevo Valor de Gestión, ya que “las
criticas indican que el servicio publico esta sobre todo al servicio de los
funcionarios....Incluso en los países donde la Administración tiene una sólida
imagen de servicio publico, un funcionario piensa en primer lugar en la
jerarquía y la autoridad competente, el cliente que se dirige a él ocupa un
segundo lugar” (OCDE: 1998: 17).
Los investigadores sobre estos asuntos públicos
vienen avanzando en la construcción de una teoría sobre la gestión pública y
diversas escuelas y centros de estudios en todo el orbe han profundizado sobre
el tema, pero en esos trabajos se han omitido variables culturales que influyen
significativamente en los asuntos públicos. El CLAD ha venido abordando el caso
latinoamericano, y ha centrado su labor en la relevancia de lo público no
estatal, y menciona dos restricciones para la reforma del Estado en la región,
una económica y otra democrática, las cuales son bien analizadas y sustentadas
en varios escritos. Sería muy importante que se considerará en estos trabajos: la
restricción cultural para realizar la
gestión pública como valor público, entendido éste como lo apreciado por la
sociedad, lo útil para los ciudadanos y el beneficio colectivo.
Bajo esta premisa las nuevas reformas en
Colombia, debe incluir el diseño de un Modelo Gerencial de Gestión Pública con
un tratamiento diferente al desarrollado en países desarrollados. Varios
analistas consideran que es necesaria
una reforma mucho más profunda, una reforma cultural e institucional que pase
por la transformación de la cultura y las prácticas políticas, hacia un
contexto caracterizado por la dinamización de las estructuras políticas en su
relación con la ciudadanía. Las concepciones de poder y las características del
interactuar entre los ciudadanos, son muy diferentes en una sociedad
desarrollada a la que se vivencia en Colombia.
Podría pensarse, que esas diferencias
surgen sólo del grado de maduración del sistema económico, la democracia y las
capacidades técnicas. Sin embargo, las diferencias no sólo radican en el nivel
de desarrollo de ambos contextos; son más profundas; son también, y sobre todo,
de orden cultural e histórico, La idiosincrasia colombiana está en la raíz de los principales obstáculos
para modernizar el Estado. Por ello es la primera de una serie de incógnitas
que es importante despejar para identificar una vía que conlleve a una modernización del Estado, implementando un Modelo de gestión pública
que genere valor público, entendiéndose la gestión como un factor dinamizador y
no como un obstáculo a la ejecución de las políticas públicas.
El abordar la modernización,
bajo los supuestos actuales de los comportamientos sociales no es productivo,
sería como “remendar un vestido acabado”. La competitividad de hoy requiere construir un modelo de gestión
pública considerando las particularidades nacionales. Por ello es necesario
hacer un análisis de la modernización en Colombia, abordando su cultura
caracterizada por las secuelas de una combinación de rituales y mecanismos de
exclusión propios de siglos pasados, el modelo de gestión requiere considerar
la idiosincrasia de la sociedad colombiana en general y la del servidor público
en particular.
El ambiente para hacer una
realidad la modernización del Estado, debe estar precedido de la remoción de algunas
creencias arraigadas en la población colombiana, aspectos estos que han
dificultado los cambios requeridos para incursionar realmente en la modernidad que demanda la región, se debe
consolidar una institucionalidad enraizada en profundos principios democráticos
y de respeto por la dignidad humana sin exclusión alguna.
Ahora bien, en la región, desde
la época de las batallas que nos dieron la independencia, se viene hablando de la democracia política, y en los últimos treinta años, ha habido avances en ese campo:
se han aprobado reformas constitucionales y algunas normas participativas. A
partir de estos actos jurídicos, que tanto
fascinan y embelesan a los pobladores colombianos, el pronunciamiento de
los ciudadanos comunes y corrientes, sobre
los asuntos públicos es un
derecho. Participar es un derecho.
Pero esta nueva situación de fortalecer la
democracia, no se logra con la simple
expedición de normas, se necesita mucho más que eso. Ante todo se requiere fomentar un nuevo modelo de gestión publica,
donde se deje de privilegiar a algunos sectores, la comunicación sea transparente,
y se respete el derecho a ser, pensar y actuar diferente, se reconozca a los
ciudadanos y a los servidores públicos como
personas pensantes y con grandes posibilidades creativas. Se necesita un
verdadero cambio, no un cambio de nombre a los tradicionales esquemas, se
requiere un cambio de actitud, un cambio de paradigmas.
Solamente a partir del sentir y de los
requerimientos de los ciudadanos debe construirse una modernización, que
incluya las formas de gerenciar lo público, que supere lo formal y atienda lo
fundamental. La administración pública ha sido renuente al cambio, sigue atada a lo
procedimental, desconociendo las demandas de los ciudadanos en lo concerniente
a que la gestión produzca resultados que satisfagan sus necesidades.
A partir de la armonización
entre la cultura y el mundo contemporáneo, se puede generar una nueva mirada,
materializando la modernización en políticas públicas viables e incluyentes y
un modelo de gestión que considere las aspiraciones de los ciudadanos, y que,
como fruto de esa nueva mirada, se pudiera afirmar que con ella empieza la
gestión que le cierra las puertas a la corrupción, erigiendo a la sociedad como
reina y donde se extinguen los reinos de
los violentos y los inmorales.
Lo anterior se logra mediante el diseño e
implementación de políticas públicas, como medio esencial para concertar entre
la administración y la ciudadanía las estrategias que conduzcan a construir redes entre los diferentes
actores, empleando como cemento
articulador la moral pública, produciendo una génesis cultural de rechazo a la
corrupción, tanto en los servidores públicos como en la ciudadanía, de tal
manera que la gestión pública en Colombia genere beneficio para sus habitantes.